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Dios llama, usa toda clase de cosas para tal cometido...
Un íntimo amigo sacerdote del fundador, lo delegó protector de una nueva congregación de Religiosas dedicadas a la enseñanza, que él había fundado. Así que este fue el primer momento donde San Juan Bautista de la Salle se interesaría por la educación de los niños y los jóvenes.
Un día visitando a estas religiosas coincidió en la puerta de la Casa con Adrián Nyel, estaba de paso, una mujer rica lo enviaba a estas religiosas como mensajero, desde la ciudad de Ruán. Traía el encargo de abrir una escuela para niños pobres en esas localidad.
Al conocerlo y hablar un rato con él, lo invitó a que se quedara en su casa mientras finalizaba su misión que se le había encomendado.
Los historiadores describen a este personaje como un "transeúnte" por naturaleza, una "Luciérnaga" que brilla por un momento y desaparece sin terminada nada de lo que había comenzado. Ciertamente era una persona emprendedora, siempre con los ojos puestos en la siguiente tarea, sin prestar demasiada atención a lo que en ese momento llevaba entre manos. Este buen hombre tenía 53 años y 27 años de los mismos se había dedicado a fundar y dirigir escuelas. En su interior llevaba algo que el Santo lo definiría como "destellos de valor y genialidad".
Un íntimo amigo sacerdote del fundador, lo delegó protector de una nueva congregación de Religiosas dedicadas a la enseñanza, que él había fundado. Así que este fue el primer momento donde San Juan Bautista de la Salle se interesaría por la educación de los niños y los jóvenes.
Un día visitando a estas religiosas coincidió en la puerta de la Casa con Adrián Nyel, estaba de paso, una mujer rica lo enviaba a estas religiosas como mensajero, desde la ciudad de Ruán. Traía el encargo de abrir una escuela para niños pobres en esas localidad.
Al conocerlo y hablar un rato con él, lo invitó a que se quedara en su casa mientras finalizaba su misión que se le había encomendado.
Los historiadores describen a este personaje como un "transeúnte" por naturaleza, una "Luciérnaga" que brilla por un momento y desaparece sin terminada nada de lo que había comenzado. Ciertamente era una persona emprendedora, siempre con los ojos puestos en la siguiente tarea, sin prestar demasiada atención a lo que en ese momento llevaba entre manos. Este buen hombre tenía 53 años y 27 años de los mismos se había dedicado a fundar y dirigir escuelas. En su interior llevaba algo que el Santo lo definiría como "destellos de valor y genialidad".