sábado, 25 de abril de 2009

Y EMPEZARON A ESCUCHAR DE ELLOS


La noticia de que sus maestros dirigían escuelas con eficacia se extendió rápidamente por las poblaciones cercanas a Reims. En poco tiempo abrieron cuatro nuevas escuelas. La gente se dio cuenta en seguida de que eran maestros realmente buenos enseñando lectura, escritura, cálculo y sobre todo religión. En esto último fueron unos auténticos especialistas. Recordemos que dos siglos después, el Papa Pio X le concedería a esta orden oficialmente el título de "Apóstoles del catecismo".

Una vez, regresando de Reims a caballo desde uno de esos pueblos lejanos donde se había creado una escuela, le sorprendió una terrible tormenta de viento y nieve. Perdió el camino y cayó en un hoyo, casi murió tanto por la caída, como no poderse mover y estar a punto de quedar allí congelado. La gente del lugar dijo que había tenido mucha suerte de salir vivo y que se salvó de un milagro. De todas maneras el Santo nunca pudo recuperarse de aquel accidente, años más tarde empezó a sufrir de reumatismo, particularmente en las rodillas. Los huesos, como decían siempre los antiguos, tienen memoria.

Con el tiempo decidieron llamarse Hermanos en vez de maestros de escuelas y se vistieron con un tipo de ropa que los distinguía de los campesinos y de los clérigos (sacerdotes). Tanto el hecho de vestirse todos igual, les dió una cierta identidad que contribuía a sentirse unidos y satisfechos de ser ellos, aunque no falto por ahí que fueran presa de burlas por las calles debido a la pobreza y sencillez de su atuendo.

A medida que transcurría los días, de paso en paso, de compromiso en compromiso, más se sentía atraído por el tema de las escuelas de los maestros, de los niños pobres que instruían y especialmente San Juan Bautista de la Salle se atraía por Dios quien le hablaba y actuaba a través de ellos.